I
Cuando llegó el temblor,
ya estaba sobre mi piel,
tu mirada.
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II
Después de la mirada,
al secreto del cuerpo,
dile que ya vuelvo.
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III
En la noche helada
muere una luciérnaga
¡Ay! tus ojos sin brillo.
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IV
Y si barrunta el viento
a marejada
cuánto anuncio de él.
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V
El gusto está vivo
pero una palabra abstracta lo cubre,
entonces, muere de sinsabor
la pimienta.
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VI
El turpial que picaba los mereyes
no concebía el canto,
le presté mis oídos y
trinó hasta el amanecer.
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IX
Se llama guitarra
la memoria sonora
de Lauro.
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XVIII
Desnuda piedra
tus tonalidades de silencio,
no sólo de palabras
vive la poesía
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XXV
La flor,
no es la memoria de su perfume
ni su marchitez.
Es nuestro emplazamiento
fugaz
en ella
.....
LI
Cuando tu cuerpo busca entre el mío
una razón
para hacer de él una copa de vino o de flores,
Ese amoroso deleite
de tu mano sobre mis superficies
me desaparece
pero logras vencer la codicia
para contemplarme
olorosa a mujer recién amada
y descubres que el cerebro corre
apenas llegado el corazón
y que un temblor celado en la proximidad
orienta los sentidos y se abren espacios
y la lógica hace equilibrios para no caer
y vienen hacia nosotros, desde alguna parte,
palabras en libertad
y de repente, las campanas decretan
una pausa para que nos oigamos
y se recoge en la juntura perfecta
el espíritu.
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LIX
El hombre guarda la esperanza
de apoderarse del aire,
fabrica alas,
disfraza sus deslindes vitales.
Es la felicidad
.....
LXV
Llamarán tristeza
la desalmada blancura del lirio
sobre el barro
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