Moca, la cercadeña,
De tanta tierra, agua, aire y fuego
en las entrañas del barro
transformado por sus benditas manos
de tanto aripo,
de tanta tinaja,
de tanto anafre,
de tanta gente,
pusiste alma a las vasijas
porque ellas son las viajeras potenciales
de la fertilidad;
agua para la sed del hombre,
la del sembradío,
alimento para el hambre
y aunque el nombre del barro es masculino,
la arcilla como la tierra, es madre,
la guardiana de la vida.
Dios hizo a Moca plena de arcillamiel.
Por eso el rostro se le curtió de paz.
Pero a ella,
nadie le quita lo “amasao”.
Ayer, en sonidos de una mandolina,
en alas del amor, se fue a completar el vuelo.
Ahora, pregunto: ¿Quién se atreve a detener
la voz ancestral
de la arcilla?
(Inédito)
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