Se deleita tu pueblo con el viento
que baja del cielo
!Oh dulce María¡
porque naciste de lo Alto
y jamás declinó tu bondad.
Sólo en tu merced encontramos
apetitoso el pan,
decente los vestidos,
limpia la habitación y el espíritu.
¡Virgen de La Asunción!
Aquí están tus hijos implorando la fe,
equilíbralos, sálvalos,
sin puntales, sin vendas,
como fortaleciste al Matasiete
para que no cayera.
Madre nuestra:
Buscamos en la vida y en los libros
las respuestas,
pero si haces constantes nuestras almas
tendrá razón el tiempo
de la oración contigo
¡Señora!:
¿Qué altura tendrá el portón del cielo
sino la de tus gracias?
La catedral se llena con tus fieles
mientras sus aleluyas buscan puesto en el cielo.
De regreso, la bendición es cierta
y baja en cada estrella
y la ciudad la alcanza.
Por eso, déjanos beber en tu simplicidad
Señora, no te agotes,
pues eres la fuente del vergel
Muéstrate
en mitad de la noche
¡Oh Virgen pura, !
¡Qué más quisiera el jazmín!
Magaly Salazar Sanabria
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